Hay quienes plantean que estamos surfeando la ola de la cuarta revolución industrial, y miran con distancia la siguiente. Es cierto que cada revolución se ha caracterizado por al menos un espacio de varias décadas entre unas y otras, pero hoy los cambios son exponenciales y si nos quedamos estancados en la discusión, la próxima ola (que promete ser un tsunami), nos puede pillar desprevenidos.
Cada una de las épocas que llamamos «revoluciones industriales», se distingue por innovaciones tecnológicas que sacuden los cimientos de la sociedad, causando primero desequilibrios y luego logrando avances y triunfos humanos.
La cuarta revolución industrial, o “industria 4.0”, habría emergido a mediados de los años noventa del siglo XX, caracterizada por sistemas inteligentes y autónomos, abarcando desde la nanotecnología hasta la realidad aumentada y los primeros pasos de la inteligencia artificial. Esta revolución no solo transforma la tecnología, sino también redefine el trabajo y la economía.
Sin embargo, parece que la cuarta revolución ya está entrelazada con la quinta, que asoma sus primeras luces.
Según Marc Vidal, experto en economía digital y transformación tecnológica, nos encontramos en la antesala de un cambio aún más profundo y urgente. La quinta revolución industrial se centra en aspectos aún no materializados pero para los cuales podemos y debemos prepararnos en todos los ámbitos de la sociedad. Su sello distintivo será la expansión de una inteligencia artificial avanzada y automatizada, con potencial para alterar los modelos sociales de maneras que aún no podemos prever completamente.
Para Vidal, el futuro se caracterizará por una mayor integración del ser humano en actividades que resalten nuestras capacidades únicas, dejando las tareas repetitivas y monótonas a las máquinas. El verdadero desafío radica en cómo gestionar esta transición para minimizar los traumas que estos cambios paradigmáticos conllevan.
La quinta revolución industrial incluso afectará la dinámica global, incluyendo las relaciones internacionales, la economía global y los mercados emergentes. También ofrece la oportunidad de abordar algunos de los desafíos medioambientales más urgentes mediante tecnologías limpias y sostenibles. Entender y prepararse para estos cambios es fundamental para mantener una ventaja competitiva.
Lo cierto es que si seguimos debatiendo sobre si estamos en la cuarta o quinta revolución industrial, perdemos de vista lo esencial: la preparación para el mundo del mañana. Debemos asumir que ya estamos entrando en la quinta revolución, marcada por la irrupción de la Inteligencia Artificial, y reflexionar sobre cómo los gobiernos, organizaciones, sistemas educativos y el mundo laboral se están adaptando a estos nuevos paradigmas.
Los que logren adaptarse a estos cambios serán los líderes del mundo futuro. Para ello, es crucial vislumbrar lo que se avecina, ya palpable en el presente. La clave no está en etiquetar la ola en la que estamos, sino en prepararnos para surfear la próxima con éxito.