Imagina por un momento que Frederick Taylor, el padre de la administración científica, hubiera sido criogenizado en el 1900, y descongelado en estos días para asesorar a alguna organización.

¿Cómo reaccionaría este pionero del management al ver el panorama laboral de hoy? ¿Reformularía su icónico modelo?

Primero se sorprendería por los avances tecnológicos. En su tiempo, la eficiencia dependía de la división del trabajo y la especialización. Hoy, la tecnología da la oportunidad de automatizar muchas de esas tareas, liberando a los trabajadores para que se enfoquen en actividades más creativas y estratégicas.

Su modelo consistía en una supervisión y control rigurosos, promoviendo las jerarquías y los incentivos estaban basados en la producción. Esta estructura rígida y repetitiva, conducía a una despersonalización en las relaciones laborales, pues veía a los trabajadores más como engranajes en una máquina que como individuos con potencial único.

Seguramente Taylor se daría cuenta pronto, que su paradigma, que fue revolucionario en el siglo pasado, hoy sería tan funcional como un teléfono de disco en la era de los smartphones. Se daría cuenta que su teoría funcionaba en un contexto estático, y estaría aterrado de ver cómo hoy las organizaciones navegan en contextos bastante más turbulentos.

Roger Spitz llama a estos entornos, UN-VICE (Unknown, Volatile, Intersecting, Complex, Exponential). Es decir, nos enfrentamos a un escenario desconocido e impredecible; volátil en su constante y abrumador cambio; entrelazado, donde cada acción puede tener consecuencias inesperadas y estar relacionada con otras; altamente complejo; y exponencial en el crecimiento de factores clave como la tecnología y la innovación.

Taylor fue un innovador en su época por lo que con certeza estaría fascinado por nuevas formas de trabajar como la agilidad y flexibilidad, y reconocería que la eficiencia y la productividad son ahora dinámicas y contextuales.

Muy probablemente el mismo Taylor le pondría la lápida a su modelo y entendería que está más pasado de moda que su ropa. Le parecería que usar su teoría hoy sería absurdo e insostenible a largo plazo. Pero sorprendentemente, muchas empresas todavía se rigen por su paradigma.

El siglo XXI demanda un enfoque de gestión más avanzado y multidimensional. La administración moderna debe ser horizontal, ágil y centrada en el cliente en cada punto de contacto. Es hora de ver a las personas no como recursos, sino como individuos pensantes, cuyas habilidades únicas son el verdadero motor de innovación y crecimiento de una organización.

Taylor, en este nuevo mundo, abogaría por líderes que actúan más como mentores que como supervisores, que potencian las habilidades únicas de sus equipos y fomentan un ambiente donde la curiosidad y la búsqueda de soluciones innovadoras sean la norma. En la actualidad, la innovación surge de la colaboración entre diferentes habilidades y perspectivas.

Debemos evolucionar de un modelo de gestión de arriba hacia abajo (Top Down) a uno que surja desde la base (Bottom Up), donde cada voz cuenta y cada idea puede ser la semilla de la próxima gran revolución empresarial.  En nuestra próxima entrega, te contaremos sobre un nuevo modelo que esta permitiendo una mayor adaptación y flexibilidad ante entornos complejos, nos referimos a unFIX un modelo que permite escalar la agilidad organizacional en todo tipo de organizaciones, quizás un adiós definitivo para Taylor.